30.1.10

El maravilloso mundo de la creación colectiva

Que un trabajo tuyo sea capaz de sorprenderte es una sensación maravillosa. Hoy se ha hecho bueno todo eso que estoy leyendo últimamente sobre la creación compartida de conocimiento.

La Chica Mariposa explicaba el otro día en su cumple que parte del problema era que los trabajos no dejaban de mutar. Yo, en cierto sentido, me sentí identificada (dos de mis trabajos tienen relaciones raras entre sí, últimamente), pero no sabía hasta hoy de qué estábamos hablando, en realidad. Y me parece cualquier cosa menos un problema.

Cuando la Chica Mariposa está cerca, los trabajos aburridos y llenos de preguntas y faltos de bibliografía que apetezca leer y que se pueda citar (o una cosa, o la otra, todo el rato) se transforman en una especie de "ficción antropológica" que permite a la Chica Asturias sacar todo su conocimiento del mundo teen y a mí escribir cosas que no escribía desde hace diez años.

Nos reímos como niñas, y encima queda incluso bien.

Nos ha llevado 3 créditos de los de antes, echando cuentas, y me duelen músculos que no sabía que vivían en mi espalda, vale. Pero ha merecido la pena, claro que sí. El trabajo 4/10 es un hito.

Espero mantener este entusiasmo hasta el examen del lunes.

Gracias por todo, reinas :)

28.1.10

Sobre los hombros

Miércoles por la mañana. No les recomiendo en absoluto una sesión de psicoterapia con cerocomatrés de horas de sueño, porque las frases parecen excesivamente largas, todo el rato, y una no tiene nada claro qué leches está diciendo. Probablemente, sandeces. E incluso mentiras.

Pero, eso sí, como dice mi madre, "tú educa, que algo queda". Y el caso es que de alguna manera, me entero de lo que el pobre señor que tengo enfrente me está contando. Porque llego a casa absolutamente incoherente, balbuceando definiciones larguísimas porque no sé decir "la Divina Comedia", y riéndome de prácticamente todo, vivo o muerto, sobre la faz de la tierra. Debo de estar muy divertida, porque Blue no quiere que me vaya a dormir, y yo me entretengo. Yo tampoco quiero irme a dormir. Y entonces, lo suelto, en pleno ataque de autoconocimiento: "Cuando me despierte, me voy a sentir tan culpable..."

Blue se asombra. A cuento de qué, sentirse culpable. Gran pregunta, esa. La de siempre. La de por qué narices en mi cabeza todas y cada una de las cosas que digo o hago deberían haber sido al revés.

Porque me despierto de la siesta, y no, no me siento culpable. Hasta me cruzo mails hablando de tildes y de sonrisas. Me pongo a trabajar, y aunque no termino, avanzo. Voy tachando cositas que hacer, lo cual está bien. Aunque sean sólo capítulos de algo sin terminar, está bien.

Pero debía de ser que había dormido poco. Muy poco. Porque cuando me levanto por la mañana para encontrarme con que la web del Servicio de Empleo de la Comunidad de Madrid sigue sin funcionar, pienso que irme al paro a perder esa mañana en la que tenía que terminar el cuarto trabajo es un justo castigo a mi maldita inconsciencia.

Luego resulta que en el paro casi no hay cola, que me da tiempo a pasar por casa y enlazar todas las partes que aparentemente no tenían coherencia interna, y me voy a comer (¡comer!) con la Rubia, y lo pasamos bien hablando de para qué sirven las grandes putadas que nos pasan y del agobio generalizado. Vamos a la biblioteca y saco otro montón de libros. Aplaudimos al Señor de las Curiosas Iniciales cuando acaba su clase, porque, sí, es genial haberle conocido, y sí, espero pasar muchas veces a que termine de contarnos todo eso interesante que no dio tiempo a ver. Nos toca en la sustitución de hoy una profesora que odiará a los publicistas, puede, pero que es absolutamente fantástica, y que hace que tenga sentido que nos manden el texto de Buck-Morss.

Pero llego a casa y sigo viendo señales y preguntándome cómo puedo tener tan claro que he hecho algo mal sin saber qué es.

27.1.10

Chorradas exhibicionistas

Algunas veces, una es súbitamente consciente de lo público que es esto, de todas las cosas que quiere decir y no puede. De que no valen los apodos y las elipsis, hay cosas que, simplemente, no se pueden decir.
Oficialmente, tengo un cuaderno para ellas, pero no es lo mismo. En realidad es como lo de hacerse fan y unirse a grupos absurdos en Facebook sabiendo que la gente puede pensar cualquier cosa si le da por revisar la mal llamada pestaña de Información de tu perfil. Hay cosas de las que te apetecería reírte colectivamente.
Pero no se puede, y jo.
Qué noche la de aquel día, dejémoslo así.

26.1.10

Cosas que hemos aprendido hoy

- Que rellenando dos encuestas puedes conseguir 25€ de descuento en El corte inglés, lo cual es estupendo cuando estás en modo quiero-las-obras-completas-de-canetti-y-las-quiero-ya.
- Que por más que des giros y tomes el camino largo, al final Spotify es muy sabio y pone por su cuenta Miedo a la muerte estilo imperio.
- Que citar a tus compañeros de clase en un trabajo es una medida perfectamente válida. Honestidad teórica, dijimos. Pues oiga, es que esta gente es muy ilustrativa.
- Que el interlineado 1,5 no debería considerarse trampa, porque por más que lo pongas, una vez que el trabajo ha decidido no crecer más, no crece más; y la frontera de las 10 páginas no deja de resultar insalvable.
- Que es mejor ser buena por la mañana y ponerse a estudiar en cuanto que hace efecto el café, por si después hay cumpleaños y cosas similares.
- Que no nos interesa el cine de Béla Tarr.
- Cómo se cita una película para un trabajo.
- Que el trabajo aquel que hice para otra persona era espectacular y que copiarte a ti mismo puede ser divertido.

Esto, en un ratico de nada. Qué buena pinta tiene el día...

24.1.10

Todos llevamos un Chico Escritor dentro

Mira que me molesta, pero al final, cuando tiene razón, la tiene. Y cuando la gente empieza a hacer las cosas feas (que no necesariamente mal; tanto desde un punto de vista "regulatorio" como desde un punto de vista ético es probable que no fuera sino la única salida correcta), voy y me enfado.

Estar enfadada con una persona en concreto es toda una experiencia nueva. Quiero decir: soy muy de enfadarme, pero con leyes generales, con el planeta tierra, con la humanidad en abstracto, o, en todo caso, conmigo. Enfadarme con una persona en concreto y que no sea yo, eso es nuevo. Tan nuevo que no sé llevarlo, tan nuevo que me encuentro en casa a punto de salir y suelto un grito rabioso que no sé de dónde me sale y que a Blue le da miedo, tan nuevo que me tiene absolutamente desconcertada durante un montón de horas.

Así que paso la mañana desconcertada. Además de ajena, a todo ese universo que sucede fuera de mi ombligo, lo que por otra parte no deja de colaborar con mi desconcierto. Están pasando cosas que no sabemos, que no entendemos, con las que no contamos.

Sería curioso saber si esas cosas también tienen reglas.

El Chico Escritor, en modo terapeuta telefónico, pregunta para qué narices sirven mis reglas si al final estoy exactamente en las mismas, sentimentalmente hablando. Supongo que es para evitar, precisamente, el momento enfado. No quiero que se enfaden conmigo así que yo no me enfado con nadie. Romper la barrera de enfadarse con alguien es una cosa peligrosísima. De hecho, unas horas después, me descubro a mí misma claramente malinfluida por la Mala pensando un montón de sandeces relacionadas con el cinismo moral y que al final concluyen con un "A mí no me saques tu genio, que te lo mato".

No, hombre, no. No queremos matar nada, y mucho menos genios, por lo que pueda pasar con la polisemia.

Paso la mañana y buena parte de la tarde cargada de buenas intenciones que incluyen la promulgación casi inmediata de un paquete de reglas nuevo, pero el Chico Escritor insiste, ¿para qué sirven? Y sí, no sirven de nada. Y Blue es mejor construyendo escenarios posibles que yo, que me quedo en la primera escena y me como secuencias como aceitunas. Hago un esfuerzo importante de construir escenarios serios y complejos y decido anular en vez de postergar. Mejor así.

Porque, hoy, además, estamos a otra cosa. A otras dos cosas, en realidad. Una tarde rara que incluye ver a otra fantástica persona que no ha sido capaz de aguantar la Ciudad Hostil. Decir adiós al Chico Collage cuando acababa de reencontrarle duele un poco bastante. Un par de momentos absurdos porque, sinceramente, no estamos como para dar consejos sentimentales, pero ni de lejos. Una cena a las 8 de la tarde. Y por qué no. [No tenéis idea de lo grandísimo que es tener hambre de una forma sana y recurrente. Yo quiero estar así toda mi vida].

Y como estamos a dos cosas a la vez, una de Caipiroska con momento absurdo incluido ("Gran momento para pedir un Ruso", y el Chico Hipermagnético hace un cameo estelar por la izquierda), un montón de dudas sobre la B.S.O. (viajes en el tiempo, canciones que deberían ser de verdad y no de película, Álex y Cristina...), y un hasta aquí hemos llegado.

Y ahora estamos sólo a una cosa. Y al menos digo las cosas como son sin excusas absurdas. Es curioso lo de ser tan pro-sinceridad, mentir tan mal, y meterme en bolas de excusas ridículas con esta facilidad.

Y seguimos. Seguimos en un Búho Real muy adolescente (para adolescencias estamos nosotros). "Qué bonito es ese momento en el que vuelve a hablarte la radio". Qué momento absurdo cuando te escuchas a ti misma cantar Coti con el entusiasmo de entonces. Qué cosa más rara que Todo vuelva a ser lo que era, o al menos algo muy similar. Qué dejà-vu con My favourite game. Seguimos en un Honky tras unas patatas espectaculares, porque, insisto, tener hambre todo el rato mola mil. Seguimos en un Honky curioso, que incluye una hora española. Y no queremos irnos: y menos mal que no lo hacemos porque nos faltaba el último pico, esos Killers y esos Editors, y esos Radiohead, y, sobre todo, ese cierre versión Richard Cheese.

Y cuando una llega a casa, piensa que está bien. Que si una se tiene que enfadar, se enfada. Que si se le pasa, se le pasa. Que la música es probablemente uno de los más grandes hallazgos civilizatorios, y que no sabe por qué se discute todo el rato sobre la escritura, con lo grandes que son las canciones (y los Strokes no tendrán una letra buena, pero y qué). Y entra en modo armónico y se pone las dos canciones que le faltan. Y sonríe y casi no le molesta encontrar un mail de la persona que originó todo esto, en modo aquínohapasadonada, y hasta contestarlo en modo académico-agradecido-encantador.

Qué sería de la civilización, también, sin la inconstancia...

22.1.10

Our libido needs an illusion...

Usually, people read the lesson of Freudian psychoanalysis as if the secret meaning of everything is sexuality. But this is not what Freud wants to say. I think Freud wants to say the exact opposite. It's not that everything is a metaphor for sexuality, that whatever we are doing, we are always thinking about that. The Freudian question is, but what are we thinking when we are doing that?

If I may be a little bit impertinent and relate to an unfortunate experience, probably known to most of us, how it happens that while one is engaged in sexual activity, all of a sudden one feels stupid. One loses contact with it. As if, "My God, what am I doing here, doing these stupid repetitive movements?" And so on and so on.

Nothing changes in reality, in these strange moments where I, as it were, disconnect. It's just that I lose the fantasmatic support. In sexuality, it's never only me and my partner, or more partners, whatever you are doing. It's always... There has to be always some fantasmatic element. There has to be some third imagined element which enables me to engage in sexuality.

(...)

Why does our libido need the virtual universe of fantasies? Why can't we simply enjoy it directly, a sexual partner and so on? That's the fundamental question. Why do we need this virtual supplement?

Our libido needs an illusion in order to sustain itself.

(Slavoj Zizek - The pervert's guide to cinema)

20.1.10

Dating season

Yo quería escribir el lunes, al llegar, pero no supe. Porque hay veces en que uno necesitaría que le subtitulasen las escenas, aunque sea así. Como le decía al Chico del Entusiasmo, estoy acostumbrada a mi propia esquizofrenia, y la sobrellevo; pero que de pronto todo el mundo esté más loco que yo resulta un tanto desconcertante. Frases descontextualizadas, frases inacabadas, frases sin verbo, frases contradictorias. Unas cosas muy, muy difíciles de interpretar, salvo que cuentes con un fantástico equipo multidisciplinar como el que hace la casualidad un martes por la tarde en el DeCine, con el Chico Escritor y su libro de jugadas telefónicas (a la cartera, ya), el Chico del Entusiasmo y su capacidad inaudita para verlo todo por el lado bueno, y la Chica de las Sonrisas, que puede que tenga una cierta facilidad para meterse en situaciones de las que no sabe salir, pero reconoce que también tiene un cierto despiste crónico a la hora de meterse en situaciones en las que querría entrar.

Mucho mejor en cualquier caso después de esa Coca-Cola.

Y del arranque ultrasociable de esta semana, también. SMS a las 8 y media de la mañana proponiendo planes de sábado. Yo pensando en la gran sabiduría de la Chica Rubia, que quiere reinstaurar en España el concepto de cita. ¿Por qué no es así de fácil? "Oye, hacemos una de cena y cine y si no va bien, pues no nos vemos más; si va bien, me acompañas a casa y me besas en la puerta y nos volvemos a llamar". Como sistema, desde luego, tiene muchos menos problemas que el nuestro. Que luego una va por ahí quedando con todo el mundo a tontas y a locas y hasta que no le preguntan no se da cuenta de que no sabe de qué va la cosa, en general.

Tampoco es que importe mucho. Me reencuentro con la Chica Trotamundos, que ha venido a currar y está, de pronto, tremendamente adulta. También es verdad que la última vez que la vi ni siquiera vivía en esta casa, pero de eso tampoco hace tanto. Me siento chiquitita mientras la miro (aunque chiquitita en plan bien, porque nos chutamos una docena de abrazos nada más empezar, y de ahí en adelante es todo más fácil). Me pregunta por el Chico Cósmico, le cuento, pregunta yahoraqué, contesto yahoratodomedabastanteigual. Me he vuelto una inconsciente. De una ultrarresponsable y ansiosa madredefamiliaenpotencia, a una inconsciente, en tres meses. Todo un récord. Ella me recuerda que hice exactamente el proceso inverso en un tiempo similar, reivindica mi derecho a estar perdida y atontada.

Por otra parte, "nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos". Se nota. Hablamos de educación, de ONGs, de cinismo, de observación participante y no participante. Ya no arreglamos el mundo, aunque es una pena, porque somos visiblemente más sabias.

En cualquier caso, nos queremos a morir, y eso es lo que cuenta. Cuenta tanto que, durante un rato muy largo, dejo de preocuparme porque mi autoestima es cualquier cosa menos auto, y porque su parte "exo" está de capa caída.

Y mola.

17.1.10

A Vespa no le gustan los Layabouts. A mí no me gustan mis trabajos. A ratos, especialmente si los aderezo con Bohannan, sí, pero casi todo el tiempo no. Mis lecturas de desconexión son Aristóteles y Mauss, y luego tengo la osadía de preguntarme por qué estoy agobiada todo el rato. Dónde está Sherlock Holmes cuando se le necesita.
Todo intento de escapada es bueno. Insistentes preguntas a la Chica Líquida, conversaciones telefónicas con el Chico Cósmico y con Mi Media Infancia, ataques epilépticos del navegador cuando me escriben por el chat del Facebook. Fregar los cacharros. Incluso, coger toda mi neurosis obsesiva con el Chico Casi Morado y ponerla seguida, en tres páginas bastante dignas, que hasta me atrevo a releer.
Mira qué bien. A costa de no hacer teoría, he conseguido volver a hacer literatura.
Preguntas absurdas sobre organización de mi tiempo que se resolverían simplemente haciendo algo con mi tiempo aparte de colocarlo y descolocarlo.
Cómo necesito esa colleja, madre mía.

Aburrimiento existencial

Creo que tengo tolerancia cero al aburrimiento. Vuelvo del aperitivo del sábado con intención de encerrarme y ser productiva. Consigo poner una lavadora, barrer el salón, jugar con Vespa, y pasarme tres horas frente al ordenador que demuestran que he llegado a un nivel de inactividad mental que impide, incluso, copiarypegar.
Me enfado mucho conmigo misma, y no sé si tiene más que ver con ayer o con hoy. Creo que con ayer. Me molesta mucho cuando me empeño en comportarme como si no hubiera aprendido nada. Mucho más que cuando me empeño en no aprender nada, que creo que es mi modo dominante en este momento.
Al final, salgo a cenar con la Chica de las Sonrisas, o con lo que queda de ella, camuflado bajo el sueño y los restos resaquiles. Nos cruzamos con el Chico Cósmico, y todo bien. Jo, pues esto es más difícil. Me enfado otra vez. Es indignante que sea capaz de hablar con normalidad con el Chico Cósmico y luego existan personas-kriptonita. Sí, claramente, estoy más enfadada por ayer que por hoy.
La Chica de las Sonrisas tiene, como suele ocurrir, problemas más graves que mis trasiegos adolescentes identitarios-ebrios-culebronescos. Y además, sigue teniendo esa capacidad curiosa de transmitir calma aunque ella no la tenga. Así que salimos y me encuentro mejor. Creo que he conseguido ese propósito de encontrarme con mi versión buena.
Pero vuelvo a casa, y enciendo el portátil, y estamos en las mismas. En el nomeapetecenadaenabsoluto.
Me pregunto si he tenido disciplina alguna vez, y creo que sí. Al fin y al cabo, aprobé todas mientras trabajaba y salía (ambas cosas, con gran intensidad), así que algo de disciplina debía subyacer. Lo que no sabemos es cuándo la perdimos, ni cómo se recupera.
Ahora es cuando entiendo por qué mi padre se empeñaba en enseñarme a jugar al ajedrez. Pero sería trampa aprender ahora, creo.
Me repito a mí misma que esto no va a ser agradable ni divertido, pero que voy a hacerlo, porque es necesario. Tres minutos después, me encuentro pensando en irme a la cama.
Creo que debería darme un cachete y castigarme sin salir, o algo así. Lo de quitarme la paga ya lo tiene pensado el estado, y lo de alacamasincenar no parece que vaya a resolverse pronto...

15.1.10

Esquizofrenia social

A veces me comporto como una persona que no se me parece. No acabo las frases. No gesticulo. Me escondo detrás de cualquiera que sea más alto que yo (podríamos haberlo dejado en cualquiera). Doy besos al aire. Miro todo el rato hacia otro lado. No me despido. Ni siquiera doy las gracias. Estoy, pero como si no estuviera. E, incluso, si me descuido, miento.
Me da rabia ser consciente del poder que ejercen los mitos (Barthesianos estamos). Gente que no tiene nada que ver contigo pero que está en tu vida por los motivos equivocados, gente que no es en sí misma, sino en relación a algo, gente que, más que personas, son personajes. Y que con toda su carga ficcional, consiguen, no obstante, que tú también te vuelvas cáscara vacía.
Pero de pronto alguien que se define a sí mismo como "british" por su rechazo general al contacto físico te pasa, trabajosamente, la mano por el hombro y dice "no te preocupes" y piensas que ser pequeña y vulnerable también tiene su punto. Bueno, serlo no. Enseñarlo, desde luego.
Y vuelves al inicio del círculo y te planteas si hay posibilidad de hacer las cosas de otra manera.
Y luego, te cansas de pensar y quedas para ver una peli de animadoras zombis, porque al final es la solución a según qué enfermedades sin cura.

Los jueves, se sale

Me enamoro de un libro a pesar de la lectura espídica. Hago otra lectura más espídica de un montón de textos sin pies ni cabeza que, además, no usamos. El Sociólogo Renegado ha cambiado el chip de adóndevamosallegar así que ya podemos hablar de seminarios y quejarnos por el cambio de horario indefinido del segundo cuatrimestre. El Chico Samba me ofrece una conversación que no tenemos (regodearse en la ansiedad, para qué). Comemos napolitanas de york/queso, como si fuera primero de carrera y estuviéramos en la puerta de Biología. Comentamos el libro del que me he enamorado y el comentario no me gusta nada. Hablamos de flequillos y de romanidad y yo sigo apuntando temas de trabajos para regalar. Nos enteramos de que estamos al final de la lista del maldito PRU y en vez de recordar que tenemos que sellar la matrícula, pensamos que mejor si no nos dan nunca ese dinero. No llueve. Es jueves. Y los jueves, se sale. Siempre ha sido así. Afortunadamente encuentro dos compañeras de viaje kamikaze, así que la Chica Mariposa, la Chica Casi Trilingüe y yo nos vamos al bar que se está institucionalizando.
Tomamos vino como chicas sofisticadas. Hablamos de elevar a la masa a la alta cultura en vez de democratizar la alta cultura. ¿Existe la alta cultura, a día de hoy? ¿Existe la cultura de masas, a día de hoy? El rollo venimosdirectasdelmaster nos dura más o menos tres vinos. Luego el camarero interrumpe con una especie de discurso inconexo sobre la españolidad y nos reímos tanto que se nos va el santo al cielo, y hablamos de canarios y de andaluzas y de militancia política. Llega el Chico Escritor. En algún momento hemos perdido la cuenta de los vinos, porque sesentaytantos euros no es una cuenta normal, no a estos precios. Hace unas cuantas rondas que la Chica Casi Trilingüe pidió la última. Ya no hay metro.
Así que bajamos andando al Bukala. Entramos en un bucle decadente tipo Warhol's. Se me cae la copa al suelo y un prototípico intelectual muy mayor que parece haberse caído de la cama de su ático parisiense me ofrece mediar con el camarero para que me den otra. Yo creo que no debería tomar otra y además no sé cuánto hace que no tengo pasta. Y sin embargo, al final me tomo otra. El sitio está lleno de personas con identidades sexuales bastante confusas. La Chica Casi Trilingüe se convierte en el objeto de una discusión absurda en una pareja gay, que la Chica Mariposa alimenta sin saber muy bien cómo. La Chica Mariposa hace preguntas muy curiosas a las que al menos puedo responder sinceramente. Debería ser abanderada de la sinceridad suicida, por otra parte.
El tema es que el Chico Escritor ha dicho, hace horas, que habría que emborracharse. Luego se desdijo, cierto, pero la idea está latente. Tanto, que acabamos en el Honky tras un taxi de esos de los de escribir diálogos de películas. Lo que tiene que flipar un taxista los jueves por la noche. Acabo pidiéndole disculpas, incluso.
La Chica Casi Trilingüe me lleva a la entrada del piso de abajo y me plantea tres ideas fundamentales y lamentablemente, creo que estoy de acuerdo con las tres. Y qué vamos a hacer, ahora que lo sabemos.
El Chico Escritor está tremendamente divertido. Como si no estuviéramos enfermos ni ansiosos ni nada similar. Cantamos himnos aunque el DJ tiene un repertorio de mierda con el que me paso enfadada por lo menos dos minutos, antes de pensar en cualquier otra cosa.
Hace horas que no entiendo cómo podemos estar pasándolo tan bien.
La Chica Mariposa tiene un pronto de desubicación que acaba llevándola a mi casa. "Si te abrazo o te pego, lo siento; yo duermo así". Exactamente igual que yo, así que ni tan mal.
Momentos absurdos de dóndeestoyyquiénesestapersona de los que me río dosmil más uno. Nos reímos dosmil más uno en general. Una de esas mañanas de mequieromorirperovaliólapena.
Y en cuarenta minutos debería salir de casa para ir a Somosaguas. Uff. De pronto parece que habría sido mejor plan tomar esas cañas de miércoles con el Chico Trotskista, y ser medio persona en estos momentos. Pero no.
Qué bien lo pasamos cuando somos pocos y selectos.

14.1.10

Reniego de Peirce

El mitólogo vive la acción revolucionaria sólo por procuración: de ahí el carácter de prestado que tiene su función, ese algo de un tanto rígido y un tanto aplicado, de confuso y de ex­cesivamente simplificado que marca toda conducta inte­lectual que se funda abiertamente en lo político (las literaturas "no comprometidas" son infinitamente más "elegantes"; encuentran su lugar adecuado en el meta-lenguaje).
(...)
El mitólogo está condenado a vivir una sociabilidad teórica; en el mejor de los casos, ser social, para él, es ser verdadero: su mayor sentido social reside en su mayor moralidad. Su relación con el mundo es de índole sarcástica.
(...)
La cópula tiene aquí un sentido exhaustivo: para ese hombre hay una noche subjetiva de la historia en la que el futuro se vuelve esencia, destrucción esencial del pasado.

(Barthes - Mitologías)

Lamentándolo profundamente, contra un señor así todo el rigor y la honestidad teórica del mundo no tienen nada que hacer.

13.1.10

A matter of trust

Llego al psicólogo porque ahora soy una Chica de Pedir Ayuda y me ha despertado mi madre por teléfono (¿triste? Más triste es que dormirse cueste cincuenta eurazos). Llego algo tarde, y tras dejarme por enésima vez el dinero que me dieron para libros en mi monumento (erigido por el Gremio de Taxistas Madrileños).

- ¿Cómo estás?
- Mal pero bien.
- Explícame eso.
- Están siendo unos días bastante malos, pero estoy dando grandes pasos.

Yo tengo esa manía. La que el Chico Escritor comentaba que le había sugerido su Shiatsu-era. La de que las cosas no pasan "por algo" pero sí que pasan "para algo". La de que las cosas malas son para construir encima. Que lo del "sí, pero..." no vale solo para criticar.

El caso es que le cuento mi día de pre-Reyes como símbolo casi perfecto de todo lo que está pasándome, por dentro y por fuera. Resulta que el relato es bastante más largo de lo previsto, porque, inexplicablemente, en algún momento decidí saltarme un capítulo fundamental cuando hablábamos de mi biografía. El caso es que el 5-E lo tiene todo. Sus subidas, sus bajadas, personas que sirven de muestra, conversaciones típicas.

Tocamos tantos temas importantes que la sesión parece brevísima. Pero nos quedamos con una palabra clave. Confianza.

"¿Qué es lo que temes?" "Que me engañen. Que se vayan" Como todo el mundo, claro. Pero también temo todo lo que me pierdo porque se parte de la base de que la gente está para traicionarnos.

El libro de Begoña Huertas que me compré y que no he podido evitar empezar a leerme está lleno de erratas (Chico Escritor, toma nota), sí, pero también está lleno de frases grandiosas. Una conversación que concluye con que nadie firmaría una vida sin grandes penas ni grandes alegrías. La advertencia de que poniendo fechas de caducidad sólo se consiguen relaciones caducas.

Qué pasa si tú también, me dice. Pues pasa que no. No pasa. "No puedo evitar que entres en mi cabeza, pero puedo echare a patadas cada vez que te encuentre en ella". Pero que las patadas no sean la dinámica que prevalezca. Que no haya muros y capas tras capas tras capas porque el Chico Escritor dice permanentemente que, al final, las capas son la cebolla. Y me cago en mis capas.

Qué pasa si al final, toda esta gente no desaparece. Qué pasa si no estamos de Erasmus. Qué pasa si algo queda. Qué pasa si nos volvemos a llamar. Qué pasa si una no sale corriendo por sistema aprovechando los momentos de distracción. Qué pasa.

Seguramente, nada.

Habrá que probar. "Esto sólo se cura cuando sales del baño, miras fuera, y siguen ahí. Muchas veces". Tiene toda la pinta, sí.

12.1.10

Té con pastas

Una carrera a Condesa. Que ya no es Condesa, ahora es Albacete. Y ya no vamos a trabajar, sino a pedir más dinero para seguir viviendo del cuento (a.k.a. investigación académica). La Chica Rubia y yo tomamos café en el bar de los zumos, y saber que no voy a encontrarme a nadie no impide que mire hacia la puerta todo el rato con, reconozcámoslo, algo de miedo.
Pero no pasa nada. Entramos en el metro y me vengo a casa. Y como. Dios. Hacía semanas que no almorzaba. Soy súbitamente feliz. La Chica Rubia reaparece post-visita al médico. Tenemos grandes intenciones relativas a un montón de teóricos que nos importan bastante menos que los sociólogos que ya conocemos. Así que pasamos una tarde de comadreo, en vez de con brasero, pegadas al radiador. Contando historias de bluetooth y de nosvemosenlosbares y de los grandes errores que no pudimos evitar cometer. Descubrimos un vínculo entre sus compañeros de piso y mis no-compañeras de clase. Nos reímos a morir.
Y sale por la puerta y hemos procrastinado sin parar, pero nos miramos, y reconocemos que lo necesitábamos.
Y a partir de ahora, a construir.

Revisionismo

And the hardest part was letting go, not taking part was the hardest part. And the strangest thing was waiting for that bell to ring. It was the strangest start. I could feel it go down, bittersweet, I could taste in my mouth silver lining the cloud (Coldplay - The hardest part)

Es probable que algún día el mundo entero quepa en nuestra Wii y estamos todos de acuerdo en que la tecnología ha progresado hasta un punto casi cienciaficcional, pero eso no quita que el mejor videojuego de la historia sea aquel primer Zelda que se jugaba en la Nintendo básica y cuyo héroe era un amasijo pixelado.

Yo empecé el blog anterior a este en noviembre de 2003. En aquel momento, estaba enamorada hasta las trancas de la Atómica Melancólica y necesitaba un sitio donde hablar de ella continuamente. Pero en aquel momento, también, siempre llevaba tiza en el bolso; en aquel momento, hablábamos como si nos estuvieran enfocando; en aquel momento, toda nuca era un plano de Godard; en aquel momento, nos cortábamos el pelo en pleno concierto de Adam Green teloneando a B&S; en aquel momento, escuchábamos a B&S y escuchábamos a Astrud; en aquel momento, también, escuchaba Desechos y los citaba al principio de mi trabajo final de curso; en aquel momento, íbamos al Reina Sofía los domingos y nos enfadábamos muchísimo, yo con el arte contemporáneo y ella conmigo, que me llamaba punki tomareña (todo tomareño tiene un punto punk, y siempre lo saca en el momento menos oportuno); en aquel momento daba igual que ella estuviera o no estuviera, porque vivía para contárselo, y, así, vivía todo tipo de intrascendencias de manera novelesca.

El Chico Escritor dice que va siendo hora de separarnos de la literatura, y tiene razón. Pero me gustaría que mi versión 7.1 incluyese más cosas de entonces.

Porque entonces, claro está, yo me caía mal. Como de costumbre. Si no me hubiese caído mal, habrían pasado otro tipo de cosas. Mails que no mandé, llamadas que no hice, acciones que omití. Si no me hubiera caído tan mal, quizá, ahora escribiría esto mientras ella me mira desde el sofá (omitan, por favor, el criterio de verosimilitud. Me gusta pensarlo. Y punto. No me quiten eso). Quizá la habría mantenido, quizá me habría sentido digna de que me pasara todo aquello.

Pero el caso es que, con el tiempo, creo que era bastante digna de que me pasara todo aquello. Y creo que si ahora me encontrase en un viaje temporal con mi versión 2003-2004, me gustaría muy mucho.

Si la versión 2003-2004 no hubiera sido relegada al almacén, no habrían pasado muchas otras cosas. No habría habido noches surrealistas, ni ocasión de que alguien gritara mi nombre un millón de veces. No me sentiría Sam Cassell. No podría decir "y lo que yo sé de bares, qué". No habría habido rosas naranjas, no habría habido viernes a las tres. No habría habido Chica de las Sonrisas, ni Chico Pez, ni, mucho menos, Chico Cósmico. Me faltarían toneladas de las cosas en las que ahora me apuntalo. No lo niego.

Pero me gustaría mirarme a aquella cara y decirme el típico-tópico "no cambies nunca". Me gustaría darme el empujoncito para que las presentaciones de Susan George hubiesen sido tónica habitual. Para haber ido a más conciertos sólo para llamar a alguien cuando suena "Revolución". Para haber sido un poco más sincera conmigo misma.

La inmensa mayoría de aquello es irrecuperable. Me he acostumbrado a estar en desacuerdo con casi todo, y ahora es difícil creer en algo a pies juntillas, no rebatir, no discutir. Me he acostumbrado a sonreír cuando veo a la gente que hace lo que yo quería hacer entonces, en vez de intentar hacerlo. Pero algunas cosas, quizá las menores, quizá no, siguen ahí. Sólo hay que cogerlas y seguir andando. Y todo será distinto de como habría sido si se tratase de continuismo. Pero el revisionismo tampoco está mal. Y creo que tengo que sacar del armario a aquella chica. Tomarnos unas cervezas y aprender de ella.

Propósito ene para 2010.

11.1.10

D -31

Pues estamos en estas. Contando hacia atrás. Intentando hacer malabares sólo con dos platos a la vez, siguiendo los fantásticos consejos de la versión profesional del Chico del Entusiasmo (que también nos gusta). Devolviendo libros y sacando otros nuevos a pesar de los grandes propósitos de hastaquenodevuelvaagreimas. Cogiendo unos apuntes estupendos porque "tengo una impresionante capacidad de abstracción" y consigo que lo que dice el Naranjito tenga sentido (al menos, cuando cojo apuntes en vez de cruzarme notitas).
Pesan la mochila y la carpeta. Yo me siento un poco inútil cuando habla el Profe que Parece Mi Ex-Suegro. Bastante inútil. Muy inútil. Combato el ataque de pánico con una excursión al frío de la calle. Me convierto en una inútil desinformada que se queja todo el rato de que lo que dice Olson no tiene ni pies ni cabeza y, que, además, no sirve para nada. La Chica Rubia dice que debería subírseme la autoestima. Yo pienso que funciono mejor cuando estoy cabreada que cuando me gusta un autor. Nota mental: el próximo cuatrimestre, hay que leer autores que nos caigan mal.
Y llegan las seis y media y hay que tomar decisiones mucho más interesantes que la de qué trabajo empiezo primero. Y tomo la correcta, creo. Digo que debe de ser correcta porque el karma (or whatever) me regala un rato suficiente de no temblar ni tartamudear. Una conversación sin ningún tipo de intención de epatar. Un "mira, yo de esto no sé nada, pero me gustaba cuando sabía y quiero recuperarlo, ¿me ayudas?" Y una sonrisa y un "claro" y un apretón en el brazo, a la carrera.
Pues muy bien.
Y vamos a ver si cogemos la teoría de los platos chinos y lo hacemos en general, ahora que, total, frenar no puede ser mucho peor. Si ya tengo crisis de ansiedad porque mi último boli de Inoxcrom se ha quedado sin tinta ynopuedopasarapuntesestanocheymividadesdehoyseráuninfierno, francamente, no tiene sentido evitar el frenazo.
Así que, ahora sí. Frenar y enfocar.
Y qué gran mes será febrero, ya lo creo.

10.1.10

Teen angst

No tanto los 15, como los 13. Los 13 ganan a los 15 por goleada.
El terror adolescente es mucho más fuerte que el amor adolescente, dónde va a parar. Esa egocéntrica sensación de estar siendo, simultáneamente, puesta a prueba, juzgada y castigada, en multipista. De que todo es trampa.
De que las cosas pasan por algo, sí, pero que ese algo es algo muy malo y claramente dirigido contra ti.
La sensación de que todos están pensando que el momento en el que vas al servicio es el momento perfecto para irse.
El pánico atroz a la frase "tenemos que hablar".
Contarlo todo porque, al final, todo el mundo lo sabe; pero al contarlo, tú te preparas para el momento de la Gran Humillación, de la Gran Puñalada en la Espalda.
Just because you're paranoid don't mean they're not after you.

9.1.10

No queda otra

Como de costumbre, difícil poder identificarse más con la Rubia y, en este caso, su procrastinación.
He vuelto a levantarme a la hora de comer, y me he pasado todo el día fuera. He sido capaz, incluso, de ir a cambiar uno de mis regalos de reyes con tal de no meterme en casa. He comprado unos libros para lavar la conciencia. Y ahora que tengo un rato, pienso en qué peli ponerme.
Tengo una especie-de-mantra (en realidad es una serie sucesiva de buenos propósitos, pero se llamaba "mantra para el segundo cuatrimestre") que escribí en primero de carrera y acabo de darme cuenta de que no he aprendido nada desde entonces.

A todos aquellos de la clase que no era... A los que estaban en la clase que sí era pero no sabían de quién copiar... A los que han dejado seis para septiembre para luego darse cuenta de que no les quedaba ninguna que aprobar en junio... A los que iban a aprobar todas y poco a poco han ido diciendo "una menos"... A todo los que estamos acojonados con las clases de Elena Barroso... A todos. Repitan conmigo:
EL SEGUNDO CUATRIMESTRE, TODO VA A CAMBIAR.
- Prometo encontrar tiempo para editar Tecnología antes del último viernes a las ocho de la mañana.
- Prometo que cuando se reparta el trabajo haré mi parte, siempre, y sólo mi parte.
- Prometo que entraré a las clases posteriores a las doce y media aunque prefiera estar en el Rolling y/o tomando el solito en Biología con una cerveza fresquita...
- Prometo que averiguaré dónde están los despachos para ir a tutoría frecuentemente y "seducir" a los profesores con mi Lina's style.
- Prometo que no miraré para otro lado cuando algún profesor hable de "trabajos voluntarios para subir nota".
- Prometo que este año, de verdad, de verdad de la buena, la promesa de "voy a estudiar a diario" se cumplirá... Para variar.
- Prometo que abandonaré las notitas en clase... Incluso aunque el Cascales diga frases memorables, sólo me fijaré en la materia susceptible de caer en examen.
- Prometo llegar a clase de María Márquez cinco minutos antes en vez de cinco minutos después aunque la idea de que me eche sea tentadora.
- Prometo visitar la copistería frecuentemente para no tener que dejar allí los doce eurazos el último día de clase.
- Prometo recordar que la cafetería está situada cerca de clase para que dé tiempo a tomarse el café en el intercambio, no para tentar a los alumnos a abandonar las aulas.
Recuerden: EL SEGUNDO CUATRIMESTRE, TODO ESTO VA A CAMBIAR".

(No pensaba reproducirlo, pero he pensado que a Blue le iba a divertir)
El caso es que este año tengo todo un récord de asistencia. Que la Rubia quiere mis apuntes de Identidades. Que voy de coach por el mundo, recomendando textos a todo el que me ha comentado que le interesa algún tema en particular. Que he descargado a tiempo todos los textos del campus virtual.
Pero en realidad sigue dando lo mismo. Siguen siendo los trabajos el último día, sigue habiendo donaciones a la Wikipedia en lugar de documentación sobre la Wikipedia. Sigue siendo más fácil sacar los libros de la biblioteca que leerlos. Sigue pareciendo que el calendario juega con nosotros. Sigue siendo exponencialmente más larga la lista de To-Do's que la de Done's.
Y por delante quedan tres semanas manifiestamente espantosas. Tres semanas de las de apagar el móvil, de las de no entrar en Facebook, de las de no mirar el correo. Tres semanas de las de preguntarte después cómo pudiste con ellas.
Pero claro, para eso hay que ser valiente. Y hay que pensar en lo que uno necesita conseguir. Y hay que dejarse de miedos, de llantos, de querer abrazos. Hay que cerrar los ojos ante el FSM. Hay que pensar en términos de tengoqué y no en términos de quieroqué.
Y yo, ya lo hemos dicho, nunca fui muy sensata.

Entusiasmo, no temor y confusión

Y dice el Becario, chico listo: "La excitación por lo desconocido debería traerte una catarata de entusiasmo, no temor y confusión. Disfrutarás de la situación si la enfrentas con la actitud correcta. No puedes controlar lo que te toca en suerte, pero sí puedes controlar cómo encaras tu juego."

Y pocas veces hemos estado más de acuerdo.

8.1.10

Fechas de caducidad

Cuando estábamos en el instituto, el Profesor Macabro (ese que celebraba el día de todos los muertos bastante más que las navidades) tenía una manía bastante preocupante. Unas semanas antes de cada evaluación, nos miraba a todos (en aquel aula dispuesta en forma de U), y tras un rato de silencio, preguntaba: "¿Alguien ha mirado últimamente la fecha de caducidad de los cartones de leche de la nevera?". El tema era algo así como que cuando el cartón de leche marcaba la fecha de los exámenes, era el momento de preocuparse por lo que aún no habías estudiado.
Yo, que siempre he sido más de la fecha de los yogures que de la de la leche, tendía a reírme de este rito trimestral.
Pero ayer, la Chica Rubia y la Chica Mariposa tuvieron sendos ataques de pánico. Y yo descubrí que mis trabajos tienen que estar antes del 11 de febrero, y no a partir del 8. Y esta mañana, tomando el café, he visto que el cartón de leche marcaba nada menos que el 28 de febrero.
Tengo menos que un cartón de leche para los ocho trabajos que me quedan.
Y ahora sí que estoy nerviosa, y ahora sí que quiero un Ctrl+Z para mi vida, para coger todas las horas que he pasado esta navidaz haciendo el tonto con el pequeño robahoras de Facebook, mirando al infinito, durmiendo a deshoras y viendo cine francés, y emplearlas en documentarme y escribir.
Tarde, ya lo sé.
Pero siempre es mejor empezar tarde que no empezar.

7.1.10

Cómo no hacer trabajo de campo

Los días malos están ahí. Existen. Se pasan.
Ayer fue uno de esos días malos. Un día que empieza con una mala noticia, sigue con una crisis de identidad (o, quizá, con la expresión de una crisis de identidad que estaba latente), explota en una conversación telefónica que debería ser constructiva.
Blue, entonces, irrumpe y gana otros cincomil puntos como compañera de piso perfecta. Convierte la contradicción en convivencia. Sí, una puede ser publicista y lectora compulsiva de Beigbeder y, aun así, que le duelan las cosas. Convierte la crisis de autoestima en un discurso alternativo de qué es lo que vale. Considera que hacer preguntas es decir cosas. Y cuando Blue se va a trabajar, yo soy un mar de dudas pero al menos no un océano.
Tengo un rato de teléfono compulsivo. Porque, al menos, hemos aprendido que no encerrarse ayuda mucho. Oigo viejas historias del Chico del Entusiasmo que me encanta ir conociendo poco a poco. Hablo con la Chica Rubia de tener trabajo de campo en vez de vida. Hablo con el Chico Carrá-Collage del ejercicio como higiene mental. Intento hablar con varias personas más pero los teléfonos apagados y el hecho de que esté a punto de llegar tarde me lo impiden.
Y me planto en el dos de mayo. Y puede que no sepa qué hago aquí, pero no importa. Porque nada más llegar a la plaza, la gente que no está concentrada también está hablando de política; y me doy cuenta de que, efectivamente, va a ser un gran trabajo para Espacio Público, porque puede que estas cosas generen debates morales-legales, pero también crean espacios de debate. Incluso cuando se quedan sin espacio. Y eso es precioso y necesario. Y por eso estoy aquí. Qué más da si se usan o no se usan.
La gente del Patio Maravillas lee el fantástico (por jugoso, al menos) comunicado que yo ya traigo estudiado de casa. Echan a andar, y me encuentro al Chico Trotskista que me ha agregado a facebook hace unas horas. Pienso en mi tesis, o lo que quiero que sea mi tesis. La virtualidad-realidad de las relaciones. Resulta que el Chico Extraordinario no está en su casa, sino aquí. Me engancho al grupo como un pequeño vampiro emocional, pero en plan militancia.
La verdad es que la concentración ha sido tan bonita, tan comunitaria, tan curiosa, que deja de resultar raro que la gente a la que casi no conoces te termine contando todo tipo de intimidades. Dos horas y algo de charla interrumpida por encuentros permanentes. Es bonito, también, que todos se conozcan. Es un poco triste que las cosas sean tan endogámicas que siempre las hagan los mismos, pero bueno. Estamos intentando pensar en cosas que no son tristes.
Como el patio sigue vivo, nos vamos a tomar cañas. Hasta aquí nuestro papel.
Una mesa en un bar con un camarero que no era tan amenazador como parecía y una especie de turbina como calefacción. Se está bien. Ese es el problema principal, supongo. Que, al final, con estos chicos siempre se está bien.
Vamos a una inauguración en nombre de otra persona. Nos encasquetan pegatinas con números y amenazan con una especie de buzón de San Valentín. No sé si es rebelión, pero pierdo mi pegatina una docena de veces. Se me ocurre comentar (por algún motivo, parece que la tarde incita a las confesiones íntimas) mi teoría de las tres preguntas. Mi cambio de "cómo se deletrea Feuerbach" a "dime tres títulos de Foucault". Estoy hablando con una japonesa preciosa, también en nombre de otra persona, cuando una voz me dice: "Vigilar y castigar, El orden del discurso, Las palabras y las cosas".
Y yo, al fin y al cabo, defiendo que si uno pone reglas es para jugar a algo.
El problema no es tanto lo de contra-con quién juegas, como conocer a los jugadores. Y si los jugadores tienen amistades peligrosas, estar atento. Como "quién es tu mejor amiga" no está entre mis tres preguntas, me entero a destiempo de lo inoportuno que está siendo todo esto.
Y es como una gota que colma el vaso, como si volviese a ser por la mañana. Uno de esos momentos en los que todo duele de una forma tremenda e incomprensible. Vomito. Lloro. El Chico Extraordinario, eso sí, da unos abrazos tan extraordinarios como su apodo.
Y puede que no sea normal hacer confidencias a extraños, ni vivir abrazos llorosos con gente a la que no hace tanto que conoces. Pero, desde luego, si estás llorando una noche de reyes, es fantástico que alguien te dé un abrazo así. Así que puede que fueran inoportunas mis palabras. Pero eran reales. Y voy a mantenerlas todo el tiempo que haga falta.
Afortunadamente, una va buscando cosas raras y bonitas que den miedo y den risa, ya lo decíamos. Y está encontrando excepcionales compañeros de viaje. Que son capaces de hacer que todo parezca fácil.
Lo que no es tan fácil, ahora, es abstraer, de todo lo de ayer, sólo lo académicamente útil. Me da la sensación de que es lo de menos. Seguramente lo sea.

5.1.10

Instrucciones para una estúpida llantina

1. Levantarse a una hora estupenda justo para darse cuenta de que no recuerda qué narices tenía que hacer.
2. Desayunar con Françoise Hardy y la noticia del desalojo del Patio Maravillas. (Ojo a las comillas en la nota de EFE).
3. Pensar que su cuerpo reacciona negativamente al rito iniciático de estamosdespiertos porque no hay día que no produzcan náuseas el primer café y el primer cigarro.
4. Descubrir que no hay nada que pueda/quiera estudiar en Frankfurt.
5. Recibir una llamada telefónica aparentemente práctica que se convierte en dos horas de conversación balbuceante sobre el tema estrella noséquélechesvoyahacerconmivida.

Como dice la Chica de las Sonrisas, ¿en qué momento nos vendieron baobabs por rosas? Yo quiero que me valga con que me dibujen un cordero.

Inspirando

El Chico Casi Morado dice en FB que quiere un 2010 sin prisas. Me siento profundamente identificada, pero no sé si voy a saber.
Ayer me sentía muy a gusto con mi versión 7.1 (o por ahí debemos de andar), que era positiva y práctica y serena. Hoy, mi versión 7.1 se ha colgado y en vez de pantallazo azul he tenido una especie de brote psicótico.
Un café de lo más tranquilo de puesta al día, un tengoqué menos con paseo poco fructífero por la estantería de la biblioteca, un apacible tinto con Pretty in Black en la mesa mítica del mono con encuentro raro en la puerta, un mensaje de la Chica Asturias con una agradable proposición y un desencuentro coberturesco.
Y me esfumo. De repente no veo la primera parte de las frases sino la segunda. Me agobio, me ahogo en uno de los cubitos de hielo de mi vaso, cómonaricesorganizoestasemana. Una semana llena de nombres propios en la agenda del móvil y de recados en la agenda naranja y de trabajos y lecturas en la agenda cerebral.
Pero respiro hondo. Acabamos pidiendo una pizza y viendo Fahrenheit 451 aunque no esté en francés. Y mando mails divertidos que no pienso analizar letra por letra. Y me voy a ir a la cama a procurar madrugar. Y a quitarme la bola del estómago.
Sí, me gusta el plan. Me parece bastante acorde con las muestras que ha dado el año hasta ahora. Un 2010 sin prisas. Qué cosa más tonta y más agradable de pensar.

3.1.10

Tres días de año, dos conciertos y un trabajo. Buen balance.
Me siento satisfecha conmigo misma, y es algo tan raro que casi parece nuevo.
Cuando me pongo cínica me reprendo por dentro, pero lo hago bajito y con cariño.
Me reconcilio con el Sr. Chinarro.
Pienso en aquello que comentaba con la Chica Casi Trilingüe. En oír una voz propia y elegir sin tener en cuenta nadie más que tú. También raro y casi nuevo. Agradable. Lo de antes, también. Hay que hacerlo todo, al final.
Me río con la Chica de las Sonrisas porque, como Ed Wood, estoy en modo "voy a meter una escena con un pulpo".
Pienso que nadie debería ser considerado intocable sin preguntarle primero qué opina al respecto.
Hago lecturas ultrapositivas de situaciones que no lo son, y saco conclusiones prácticas que me empeño en que no tienen que ser dolorosas.
Parezco otra. Pero esta otra me cae muy bien, qué quieren que les diga.

Hermosa tarde

Un café con la Chica Casi Trilingüe que se convierte en otra cosa, pero en otra cosa mejor. Mejor porque pasan seis horas y podrían haber pasado otras seis. Disertar sobre Groenlandia, Salamanca, relaciones que acaban bien, relaciones que acaban mal, relaciones que simplemente no pasan, dinámicas de grupo, tácticas y estrategias, moral y ética, vida moderna, revisionismo, el eterno Foucault, canciones de Álex y Cristina...
Pensar en qué va a pasar cuando todo esto ya no esté pasando.
Pensar en cómo queremos que nos pase todo esto que de momento sigue vigente.
Oír que sí, contestar que no, creer que no, pero saber que sí. Y a la vuelta, indicaciones.
(Y yo misma no entenderé nunca esta frase cuando vuelva a leerla dentro de un mes).

2.1.10

Estamos fenomenal de lo nuestro

El año nuevo entra sin alardes, como de puntillas, como si no quisiera molestar. Empieza por quitarnos esa tormenta de la tarde, por hacer de los cajeros una excusa para reír y no un sitio que da miedo, por traer a los amigos desde lejos aunque sea en 2D, por hacer que todos seamos conscientes de la suerte que tenemos de estar juntos.
Una noche más tranquila pero mejor de lo que se nos habría ocurrido planear, abrazos y conversaciones además de brindis y bailes, romper con los discursos negativos, remolonear en lugar de ir a las comidas a las que no quieres ir, recuperar a los primos perdidos, una gran charla con la tía Becky, un apacible concierto y un entretenido postconcierto con la desoladoramente talentosa familia del Chico Escritor, y un ratito en Malaspina, y...
Cuando me quedo sola en el búho, pienso que Madriz es una ciudad realmente bonita en invierno. Y que este año y yo vamos a llevarnos bien.